Qué diferente se nos presenta el tiempo que estamos viviendo este 2020!!!!. Sin noticias de probables fichajes, sin análisis sobre el éxito o el fracaso de los distintos proyectos deportivos. La Bundesliga sin público -reiniciada hace unas semanas-, será seguida por el regreso de la Liga española. Hoy por hoy, los ejes pasan por otros lugares. Las complejidades van desde cómo mantener la distancia social y las medidas de prevención cuando se habla de un deporte colectivo que además es acompañado por un público masivo, hasta cómo se deberá realizar su cobertura periodística. Muchas miradas están puestas en las oficinas de prensa de los clubes, receptores directos de las solicitudes de acreditaciones de los periodistas de todo tipo (free lance, o no; de grandes medios o de pequeños y pequeñísimos; de blogueros o de televisiones; que representan a grandísimos monstruos mediáticos internacionales, o mínimas radios de pueblo; que están interesados en seguir el minuto-resultado, o que hacen la biografía de algún técnico o entrenador; que cubren los eventos deportivos genéricos, o que están especializados al detalle más ínfimo…)
Los primeros que están sintiendo el impacto de este nuevo contexto de control han sido los y las fotoperiodistas. Es que, desde antes de que se reinicie la Liga, se les impide acceder a cubrir los entrenamientos. La Federación de Asociaciones de Periodistas de España se unió al reclamo de "la Asociación Nacional de Informadores Gráficos de Prensa y Televisión (ANIGP-TV) para reclamar que los fotoperiodistas puedan cubrir los entrenamientos y los partidos de fútbol de la Liga, en cumplimiento del derecho al libre ejercicio del periodismo y a su consideración como servicio esencial"(1).
La cuestión ha generado reacciones y preocupación entre asociaciones, entidades y partidos bastante disímiles.
Por ejemplo, podemos citar la batería de preguntas presentada al Congreso de los Diputados, por el Grupo del Partido Popular, "para que se autorice a los medios de comunicación, con especial atención a los medios gráficos, a cubrir los entrenamientos de los equipos de fútbol profesional, respetando las medidas sanitarias por la pandemia del covid-19." (2). Evidentemente en la pulseada interna que tiene el PP, en ésta se impuso el estilo Rajoy, que, como dijo hace un tiempo sigue "desayunando cada mañana leyendo el diario MARCA" (3).
Pero también leer el posicionamiento público del Col·legi de Periodistes de Catalunya en relació a que "Los protocolos de la Liga no contemplan el acceso a todas aquellas personas que no sean consideradas básicas para la logística del partido o para la retransmisión televisiva. Recordamos, además, que el periodismo está considerado como un servicio esencial incluso en el decreto de alarma"(4). A su vez reafirma que "Dentro de un marco de medidas de distancia social e higiene, creemos que es fácilmente aplicable el acceso de redactores, fotógrafos, y técnicos audiovisuales (operadores de cámara, técnicos de sonido, etc.) durante la celebración del partido. Obviamente la ubicación de todos ellos tendría que realizarse de forma diferente a la habitual"(5).
Evidentemente, aquí el Gobierno de España se encuentra en una encrucijada. Por un lado debe gestionar la crisis sin manual de referencia previo, donde la preservación de la salud pública es el valor supremo. Pero, a partir de aquí se filtran las dificultades y los retos, porque por el otro lado debe armonizar el derecho a la salud con otro derecho, también importante: el derecho a la información.
En el espacio ambiguo de la reglamentación y de la aplicación es donde aparecen frases y palabras muy preocupantes, especialmente las dichas por Javier Tebas, presidente de La Liga, "Con los medios de comunicación tenemos un problema porque todos quieren acreditarse para los partidos pero habrá que limitar el cupo"(6).
Es inquietante por lo que dicen, pero también por ser quien es el que las dijo. Tebas tiene una vinculación directa con la ultraderecha española, formó parte de Fuerza Nueva en los 70' -el partido de extrema derecha de Blas Piñar- y se reconoce muy cercano (incluso votando) los postulados de VOX (7). Además de ser un firme defensor de que las entrevistas a pie de campo deben seguir la línea editorial de LaLiga (8).
¿Qué puertas podría cerrar esta palabra cupo? Quién estaría dentro o fuera del cupo? A mí, por asociación de palabras, me llevó a pensar en las ideas de veto y de desequilibrio informativo. ¿Sólo accederían las televisiones? ¿Significará que se acreditarán únicamente a los medios cuya línea editorial coincida con la Liga y con el club ante el que se solicita la acreditación? ¿Sólo se dará acceso a los grandes grupos de comunicación multimedia? ¿Qué pasará con las solicitudes que lleguen de pequeños medios de comunicación (diarios, radios) que también realizan coberturas deportivas? ¿Se mantendrán las transmisiones en los idiomas cooficiales del estado español, el euskera, el galego y el català?. ¿Cuando el Espanyol, el Girona o el Barça jueguen fuera de Catalunya, el cupo favorecerá o vetará las transmisiones en català?.¿Y los periodistas free lance que representan a medios de fuera del estado español, cómo se los seleccionará? ¿Y qué será de quienes ya tienen pautadas coberturas con otros medios, en temas puntuales, como por ejemplo entrevistar a un jugador determinado? (Por experiencia propia: ya era una cosa harto difícil de resolver vía la solicitud formal al club, y requería tener suerte para poder meter una o dos preguntas, en los escasos cinco minutos, de tránsito por la zona mixta).
Hace unos días ví de nuevo The Post, la película de Spielberg que refleja lo ocurrido en EE.UU, en junio de 1971, cuando The New York Times y The Washington Post tomaron una decisión en favor de la libertad de expresión, publicando los documentos que recogían información clasificada sobre la Guerra de Vietnam (9). Salvando las distancias y los temas de real politik que se condensan en el film, me quedé pensando en un relato secundario de la misma. Richard Nixon, en ese momento el presidente de los EE.UU, había vetado la presencia de una periodista de El Washington Post para cubrir la boda de su hija. Esto generó un interesante debate en un diálogo de redacción del diario que finalizó cuando Tom Hanks -en el papel del editor jefe del medio, Ben Bradley-, dijo algo más o menos así, “dado que no nos aceptan nuestra periodista, llamemos a todos los medios para que nos hagan llegar la información que recaben y la publicaremos, indicando que lo hacemos de esta manera, porque nos han vetado el acceso para cubrir este evento.".
Una propuesta para pensar en este tiempo de reset de cobertura informativa, marcado por la gestión de la pandemia.
